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No es país para Manteros | Artículo de María Dantas

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Por María Dantas.

Foto: Àngel García.
Empiezo este texto parafraseando el nombre de la película “No country for old men” de los hermanos Coen, y lo emplazo en muchas ciudades turísticas españolas, sobre todo en verano, y en Barcelona, que recibió a 12,6 millones de turistas el año pasado, según el Observatorio de Turismo, siendo una de las ciudades más visitadas de toda Europa.

El pasado miércoles, 1 de agosto, aparecieron unas imágenes callejeras de la Plaça Catalunya de Barcelona, en las cuales un turista supuestamente fue herido por un mantero.

Es normal ver imágenes de manteros corriendo de la policía en Barcelona. Muchas veces los manteros son agredidos en plena luz del día, también en la Plaça Catalunya, por ejemplo, como hace dos meses cuando un mantero quedó inconsciente tras un empujón de la policía (foto).

El vendedor ambulante en el suelo de Plaça Catalunya

Al ver esta foto, y tras la deriva incriminatoria de los últimos días contra los manteros, muchas personas nos preguntamos:

¿Dónde estaba la conmoción social?
¿Dónde estaban los políticos y sus frases de efecto?
¿Dónde estaban los medios de comunicación?
¿Dónde estás tú, cuando los manteros reciben palos en las calles de vuestra amada Barcelona?

Ya son muchas piernas rotas, cabezas abiertas por las porras, contusiones, caídas, tropezones, empujones, patadas, porras eléctricas, frases denigrantes y racistas, decomisos, mentiras en las noticias… La verdad es que muchas hemos sido testigos directos de todo eso contra los vendedores ambulantes, y también sabemos que jamás han defendido la violencia como respuesta. Yo, particularmente, desconozco un colectivo más resiliente.
Negros, violentos, estafadores, mafiosos, terroristas

Existe un nexo común en el rechazo a los manteros negros allá donde estén: el racismo.

Todo el discurso sobre la venta ambulante realizada por personas de la África negra está envuelto en el manto del racismo, negrofobia que muchas veces viene con un plus de islamofobia, aporofobia, xenofobia, pero el eje común es el racismo.

Países como Brasil y Argentina, por ejemplo, en los cuales la venta ambulante está a la orden del día, siempre fue aceptada socialmente, además con un tupido velo por parte de las administraciones locales, ahora están utilizando políticas muy represoras contra los manteros, en su mayoría senegaleses, nigerianos y haitianos. En Italia (Florencia) asesinaron a tiros un vendedor ambulante senegalés, en un ataque racista. En España (Madrid), un mantero murió en Lavapiés tras ser perseguido por la policía. En Cataluña (Salou), un mantero senegalés murió durante una redada policial en su casa — el 11 de agosto cumple 3 años de los hechos —, y en Barcelona hay muchísimos casos de violencia policial hacia el colectivo mantero aún sin investigar.
Estadísticas imposibles

Las instituciones trabajan con estadísticas. Recolectan denuncias de gremios de comerciantes y denuncias de peatones. Recopilan e interpretan datos.

Hay denuncias por parte de los manteros, sí, las hay, con el apoyo de entidades como SOS Racisme e IRIDIA, por ejemplo. Hay muchas denuncias hechas, muchas de ellas archivadas y juicios perdidos. Sin embargo, la violencia racista cotidiana hacia los vendedores ambulantes queda impune, no entra en las estadísticas, porque no ponen denuncias. Tienen miedo. Viven en situación administrativa irregular, huyen de la Policía, y lo último que harían sería acercarse como cualquier ciudadano a una comisaría a denunciar la violencia policial, los escupitajos de los racistas, o las frases denigrantes que escuchan a diario, entre otros. Es más, legalmente el Estado no se les considera ciudadanos.

La libertad de movimiento, que los manteros no tienen.

Piensa: Necesitas apoyo de una entidad para ir a la comisaría de tu barrio a poner una denuncia si eres víctima de un delicto? Para que la Justicia se mueva, necesitas que te arropen?

Debemos exigir estos derechos, para todo el mundo.

¡Que llegan las elecciones!

El discurso racista y xenófobo por parte de los políticos de la extrema derecha europea llena los diarios y las teles; se va impulsando el relato “nosotros” y “ellos”, que los grupos neonazis en auge se aprovechan para salir a las calles sin reparo alguno. La entrada de partidos políticos de extrema derecha en los poderes legislativo y ejecutivo de varios países europeos en los últimos años y sus políticas de tolerancia cero en las fronteras ha propiciado un endurecimiento de los programas de partidos de derecha, centro derecha y, tristemente, de una parte de la izquierda.

Vemos cambios importantes y de fondo en las políticas migratorias, que van desde unos retoques hasta el cierre total de las puertas de Europa. Italia, Hungría, Dinamarca, Austria, Grecia son ejemplos de ello.

En el Estado español hemos asistidos atónitas a las declaraciones de los líderes de los principales partidos de derechas, Pablo Casado (PP) y Albert Rivera (C’s); también hemos podido leer declaraciones al más puro estilo Trump del vicealcalde de Alicante, hace escasos días.

Cierre de fronteras, CIEs, anulación de la Sanidad Universal, redadas por el perfil étnico, devoluciones en caliente, vuelos de deportación, y un largo etcétera.
Los buenos y los malos

Cuando ocurren sucesos en los que una persona inmigrante aparece como supuesta autora del crimen, no tardan a salir comunicados, concentraciones, manifestaciones, en carácter claramente justificativo, de “mea culpa”, de “no en mi nombre”, de la misma comunidad.

¿Por qué siempre las migrantes debemos moralmente justificarnos a la sociedad? ¿Por qué existe una necesidad imperiosa de intentar quedar bien con la “societad de acogida”?

Con esto no quiero banalizar la violencia, ni mucho menos, venga de donde venga, sino hacer una reflexión más profunda sobre la realidad en que vivimos en las ciudades, sobre la invisibilidad de una parte precaria de nuestros vecinos y vecinas, que padece racismos de todo tipo, pero sobre todo quiero hablar de dignidad.

Ponerse a la defensiva, no mirar las causas históricas y evidentes de los hechos, hacer una política de separación entre buenos y malos, unido al enorme y muy peligroso grado de criminalización hacia el colectivo mantero, puede ser una bomba de relojería. Por lo que es una responsabilidad de todas tomar partido públicamente y exigir respeto, serenidad, solidaridad, toma de decisiones basadas en los derechos básicos de la persona.

Me gustaría ver una mayoría social en las calles y en las redes, defendiendo el derecho a la integridad física de unos negros, sin papeles, pobres, que llegaron en barco buscando refugio, y que buscan la vida vendiendo en la calle, lo que, según un político, personas que “ensucian” la ciudad.

Crece exponencialmente el discurso racista y fascista contra la población migrante y refugiada. Es necesario tomar partido en contra de ello y explicar las miserias del sistema de la (no) acogida y sus consecuencias sociales.

Un repaso por la historia reciente

Hace unos 13 o 14 años el Estado español construyó una doble valla metálica de alambre de espino dotada de cámaras, torres de vigilancia, rayos infrarrojos y sensores térmicos, vigilada permanentemente por la guardia civil en Melilla, y aumentó considerablemente el control de entrada en la frontera sur, Ceuta y Melilla, poniendo en marcha el Sistema Integrado de Vigilancia en el Estrecho y alta mar (SIVE) para detectar las embarcaciones que intentaban llegar a la costa española.

Debido al “cierre” de las costas marroquíes, hubo un retorno peligrosísimo a la anterior ruta migratoria desde el continente africano hacia las Islas Canarias, y en el 2006 empezamos a ver por la tele la llegada diaria de cayucos a las Canarias, que salían desde Mauritania, Guinea y Senegal. El viaje duraba cerca de una semana y cabían unas cien personas en cada embarcación. La ruta era de unos 1.000Km, y de cada 3 cayucos que intentaban llegar a Europa por dicha ruta, naufragaba 1, según la Guardia Civil de Costas. En el año 2006, llegaron 31.000 personas procedentes de países subsaharianos, de las cuales 7.000 fueron deportadas a sus países de origen o de tránsito, con falta de mecanismos para identificar a las personas refugiadas y facilitar su acceso al asilo. Las demás fueron trasladadas a otras comunidades autónomas.

Contaba en el informe de Amnistía Internacional de 7 de julio de 2006: “…a principios del mes de junio de 2006, las autoridades españolas devolvían a 99 ciudadanos senegaleses a su país de origen en un avión desde Fuerteventura. Según los medios de comunicación, al llegar al aeropuerto de Dakar denunciaron el trato recibido. El gobierno de Senegal anunció oficialmente que suspendía las repatriaciones pactadas con España, porque sus nacionales habían viajado engañados con información de que se les trasladaba a otra ciudad española, y porque, al parecer, estas personas habían sido esposadas con una cinta plástica durante el viaje”.

España se quedó casi sin acuerdos con países africanos para la devolución de inmigrantes, por lo que las personas que llegaban a las Islas Canarias eran enviadas a la península. En aquella época no existía un programa de “acogida” y los traslados a península consistían, únicamente, en documentar los trasladados con la orden de expulsión y abandonarlas por las calles de la capital o de otra ciudad española, donde malvivían en plazas públicas, en una situación de gran precariedad, vulnerabilidad, y abocados a la exclusión social. En Catalunya llegaron unas 1.000 personas en el año 2006, la mayoría hombres de Senegal, seguido de Malí, Guinea-Bissau, Gambia, Costa de Marfil, Guinea, Mauritania, Angola, República del Congo, Liberia y Sierra Leona. Las autoridades españolas asumían que todas las personas que llegan eran inmigrantes económicos, invisibilizando totalmente a las refugiadas, sin permitirles el acceso a un proceso de asilo según la legislación internacional. A raíz de eso, la gran mayoría cayó bajo las garras de la Ley de extranjería española. Muchas de esas personas son hoy los manteros de Barcelona.
Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes

Así se define una de las más importantes luchas sociales de Europa, actualmente:

“Somos manteros; trabajadores migrantes y luchadores que ante el racismo y la violencia institucional que sufrimos cotidianamente hemos decidido organizarnos para luchar por nuestros derechos”.

El día 9 de agosto del 2018, en el mismo lugar de los hechos de la Plaça Catalunya, el Sindicato popular de vendedores ambulantes hace una rueda de prensa, y su convocatoria dice lo siguiente:

“El motivo de esta convocatoria es explicar a los medios de comunicación los hechos ocurridos el día 1 de agosto del 2018 en la Plaça Catalunya de Barcelona.

Ante la gran dificultad de hacer llegar nuestra versión de los hechos, queremos desmentir, desmontar todo lo que se ha vehiculado, y romper con el discurso difamatorio contra los manteros de BCN.

Muchos medios de comunicación nos han llamado para saber nuestra versión, pero al darse cuenta de que nuestras explicaciones son bastante claras y creíbles, se ha intentado nuevamente difamarnos, mientras vemos que la versión del supuesto agredido estadounidense se está vehiculando en todas las televisiones, y sin recortes.

La Vanguardia intenta manipular nuestra versión buscando una tercera persona (mujer). Antena 3 vino a escuchar nuestra versión, grabó 7 minutos y sacó solo 7 segundos absolutamente sesgados y sin ninguna palabra de nuestra explicación de los hechos.

Invitamos a todas las entidades que siempre nos han apoyado, a que nos acompañen durante la rueda de prensa con sus pancartas y carteles, el 09 de agosto, y que hagamos una gran difusión para contrarrestar la versión y el discurso del odio.

Font: Artículo publicado en marx21.net

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